El sol se levantó temprano y comenzó a brillar sobre los pajaritos que cantaban alabanza a su Creador. El sol brilló sobre las flores, que jugaban muy contentas con las gotas del rocío. El río también entonaba su canción.
Prendida de un árbol jacaranda había una colmena, llena de abejitas obreras. Las niñeras cuidaban de las abejitas bebés, otras abejas limpiaban las celdas de cera del panal. Los soldados vigilaban la colmena, mientras que las abejitas obreras, muy presurosas, corrían a recoger sus canastas para ir en busca del dorado polen.
Todo era bullicio. ¡Qué apuradas estaban! Tenían que recoger polen y preparar la rica miel. Todas las abejitas se sentían felices de trabajar, todas… menos Cuqui. Era una abeja gordezuela. A ella no le gustaba trabajar.
–¡Qué aburrimiento! Trabajar y trabajar –protestaba ella.
–¡Vamos, Cuqui! Recoge tu canasta para traer polen –le decían sus amiguitas.
Muy enojada, Cuqui fue con ellas para recoger el polen. Como no quería trabajar, se durmió sobre los pétalos de una flor.
–¡Qué lindo es dormir y no trabajar! –decía Cuqui.
Pasaron varias horas y la abejita por fin se despertó.
Uff, no quiero ir a la colmena –pensó Cuqui–. Allá todos son tontos; trabajan mucho.
flor y abeja
Luego tuvo una idea.
Me escaparé de la colmena –pensó Cuqui–. Volaré…volaré muy lejos. Viviré feliz, sin trabajar.
Cuqui dejó su canastita de polen, y…¡se fue!
–¡Al fin estoy libre! –dijo, muy contenta.
abejita con conejos
Cuqui estaba feliz, paseando por el bosque, volando de flor en flor, conociendo lugares. ¡Había tantas lindas flores!
Pero llegó la tarde, y el sol ya se iba a esconder tras las montañas. Entonces Cuqui empezó a tener hambre.
¡Ay, me duele mi barriguita! ¡Qué hambre tengo! La abejita haragana fue volando de colmena en colmena, para ver si le podían invitar un poquito de miel para comer. Pero nadie le quiso dar nada.
abejita y loro
–Vete a tu colmena, abeja floja –le decían las otras abejas.
Muy triste, Cuqui se sentó en una hojita y se puso a llorar.
De pronto se escuchó una linda voz:
–Cuqui, ¿por qué lloras?
abeja y mariposa4
Era su amiga, la mariposa Tornasol, que se le acercó.
Cuqui le contó toda su historia, de que no le gustaba trabajar y que se había escapado de su colmena. La linda mariposa le dijo:
–Querida amiguita, me doy cuenta por qué estás triste.
–¿Por qué? –preguntó Cuqui.
–Porque has desobedecido a Dios. En su Palabra habla mucho del trabajo. Dice que si alguno no quiere trabajar,
que tampoco coma.
Cuqui miró sorprendida a su amiga. No sabía que en la Biblia habla del trabajo.
–Dios quiere que trabajemos. No le gusta que seamos flojos –siguió diciendo Tornasol–. Anda, vuelve a tu colmena. Allí podrás trabajar, y comerás toda la miel que quieras.
abeja 2Al escuchar las palabras de su amiguita Tornasol, Cuqui se secó las lágrimas.
–¿Te has fijado en las hormigas? –le preguntó Tornasol–. Ellas son muy trabajadoras, así como ustedes las abejas.
Cuqui no había pensado en eso. Pero ahora quería ser como las demás abejas. Quería ser una abeja trabajadora.
Muy contenta se fue a su hogar y, desde ese día, trabajó alegre reuniendo polen para la miel.
Fuente: https://clubperlita.wordpress.com/2014/05/01/la-abejita-que-no-queria-trabajar/
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